sábado, 13 de agosto de 2011

Lágrimas de San Lorenzo

Fue una noche cargada con lluvia de estrellas que no se dejaron ver, escondidas tras una colcha de nubes grises, azuladas por la noche. Como tú y yo en un lugar prohibido. Aun cuando respiro sigo oliendo tu aliento macerado entre maltas de roble blanco y lúpulo. El dulce veneno que me hace temer pero al que me gusta seducir de vez en cuando sólo para pensar que puedo mirarle a los ojos sin dejarme caer en la tentación de su infierno. Ese mismo calor que te salpica y te hace desvariar entre la miel de tu ser y el acre de tu armadura férrea. Mansa a tus órdenes fingía guardar la conciencia y escuchar con atención cada palabra que salía con fuerza de tu boca, me mantenía dividida entre mil mundos sin dejar de sentir algo diferente en cada uno de ellos. Tienes el antídoto para que viva un día más, y muero lentamente al minuto en que te apartas. He logrado mantenerme a salvo a través del placebo que proporciona mi propia imaginación, hasta que dejo de creer. A veces corre el tiempo justo para volverte a ver, pero en ocasiones el resultado ha podido ser fatal. Quizás esta vez sí esté ante las puertas del paraíso, pero aun se hayan cerradas. Por hoy sólo me conformo sabiendo que vivo soñando que algún día entraré.

martes, 25 de enero de 2011

Alma/Bosque





Sólo me sentía muy sola en aquel momento, la angustia embargaba completamente mi corazón y decidí escapar. Tomé mi abrigo y dejé todo lo demás atrás, giré la manilla de la puerta y la abrí con la mayor de mis fuerzas, salí corriendo, pero olvide cerrarla.

Me adentré en un camino que no conocía, había transitado muchas veces por ahí, pero siempre cambiaba su forma. Era extraño, los árboles eran los mismos pero sus ramas y su aroma cambiaban conforme pasaban las noches...lo único que pasaba sin falta.

El frío penetraba cada uno de mis órganos, el abrigo era sólo apariencia. Una mentira para sentir el calor que nunca llegaría.

Pasaron los meses y seguía refugiándome en ese bosque obscuro con agradable olor a verde pero húmedo, frío, solo… por más lejos que me encontrara de mi hogar, aquella puerta abierta seguía reclamándome, como si fuera un hoyo negro y yo estuviera perdida en otra galaxia. Cierro los ojos, quiero ignorarla, pero me grita, me arrastra, me absorbe... No quiero distracciones, intento reencontrarme, o más bien diría, encontrarme por primera vez.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Enséñame



En ocasiones nos arriesgamos a vivir pasiones intensas, a darlo todo por el otro, a desprendernos de quien somos para estar con alguien más. Esa persona a la que le darías tu vida de ser necesario tan solo para verla sonreír.

Pero el destino tiene giros inesperados que, de pronto, nos hacen caer en realidades que se convierten en nuestra peor pesadilla. Perdemos…

Nos olvidamos de quien fuimos, de quien somos y de quien seremos. Las nubes nublan nuestros ojos y no podemos ver la luz.

Te preguntas qué saldrá de todo esto, qué hiciste de malo…no encuentras las respuestas, y tal vez nunca las encontrarás.

Debemos aprender a desprendernos, a respetar la libertad. A no ser egoístas. A compartir, a llorar…a perdonar, a ser perdonados.

A aceptar…

Tengo demasiado por aprender, en el fondo de mi corazón lo sé: no sé nada. Solo quiero estar cerca del cielo. Que los Ángeles tomen mi mano y me conviertan en un nuevo ser.

Dejarte ir no es fácil, nunca lo fue…

¿Nos amaremos en otra vida? Solo si existe una mejor.

Mientras tanto solo enséñame, enséñame a vivir contigo, sin ti, enséñame.

martes, 24 de agosto de 2010

Rosario




Yo, que me parezco a ti, busco adornar las cúspides de tu catedral, caminas por el pasillo entre tronos de ángeles pero no volteas a verme. Me escuchas susurrar, pero es un intento vano, yo ya he muerto y te observo viva. Te abrazo por las noches cuando sé que nadie me interrumpiría, salvo otros ángeles que compiten por tus abrazos y los sueños de extraños que añoran dormir a tu lado. Pero tú eres fiera arisca, y nadie es suficientemente digno de compartir tus noches. Quisiera volver a la vida, aunque fuera por un único día y gastarlo oliendo las flores de tu melena obscura. Esta tarde sientes frio aunque el sol de tu mundo queme, mi brisa gélida te rodea y eriza tu piel. Tomas una vela del candelero y la posas en tus manos, veo como se derrama la cera caliente entre ellas, te quema, tu ríes de dolor, ríes de no saber si esto que te estoy pidiendo a gritos es real o no…no quiero que dejes mi foto en una iglesia vacía, el rosario negro que acompaña mi estampa es el reflejo de lo que alguna vez rodeo mi vida, vacía, sin luz, sin tu luz. No me abandones aunque yo ya no exista. Sigo en tu vida amándote a la distancia. Saboreando la ironía de que ahora si puedo rozar tu rostro como el aire, entrar en ti con cada respiro tuyo y ser exhalado para volver a entrar.

lunes, 23 de agosto de 2010

Tampoco hay un título aquí





No sé durante cuánto tiempo más pueda durar mi tristeza. En un intento por olvidar, cuento los días y me alegro al saber que cada vez se hace más lejana tu partida. Pero es un intento vago. Mientras más me esfuerzo por olvidarte tu recuerdo va creciendo como la lluvia hace reverdecer mi jardín. Si tan sólo estuvieses a mi lado en estos momentos, no sé qué te diría ni sé de qué manera mis ojos buscarían encontrarse con los tuyos. Me gusta soñar con que tú aún sueñas conmigo. Me gusta creer que no me guardas rencor. Pero muchas veces observo a través del permiso que me ha concedido el destino, y veo que tu presente no es mejor que antes de mí. Todo se quedo en el mismo sitio, tal vez degradándose, tal vez en pausa, tal vez acostumbrado y amando la rutina que fue lo único que conservamos de nuestra última vez: la rutina de esperar por algo que nunca llega. Sé que algo nos sigue uniendo, ambos seguimos esperando esos tiempos dorados que se tardan tanto en llegar. Ya no los disfrutaremos juntos, ya no nos contamos lo qué siente cada uno al esperar. Sé que aun me recuerdas con el rencor de lo que no pudo ser, de no haber dado la talla ni tú ni yo. Pero sé que me recuerdas, y ese recuerdo no morirá hasta que el tiempo no toque a tu puerta, hasta que el tiempo no toque a la mía. Extraño este mundo al que no quiero volver. Y extraño esos dos mundos ámbar que me hacían inmensamente feliz cuando brillaban sólo para mí. Pero ese extrañar no me deja tragar ni el mismo aire que respiro, y así como lo nuestro, este escrito tampoco haya su final...

lunes, 26 de julio de 2010

Primer Telegrama de una flor a su nube


Gracias por estar en mi vida después de la vida. Hoy sentí tu presencia y tu protección, tu abrazo, tus palabras y tu amor. Encendí mi luz y la eleve a tu cielo y tú la tomaste y transformaste en puro corazón. Hoy sé que me cuidas y acepto tu protección. No puedo más que agradecerte todo el esfuerzo que haces para comunicarte conmigo a enviarme tus mensajes y querer resguardarme de todo mal. Más que gracias…

jueves, 22 de abril de 2010

Diario de mis pesadillas

Día 9839,
Caminas y repentinamente el suelo llega a la altura de la mitad de las paredes, trancando las puertas que, en otro momento, les hubieran podido dar salida y salvación a otros. Todos están rodeados por amistades y familiares, menos yo, que estoy sola. Me aferro a unas vigas de roca y miro al cielo, donde cientos de aves vuelan en círculos. Yo las veo tranquila mientras todos gritan y la tierra sigue temblando. Pasa. Entro en un lugar donde todos se conocen pero yo a ellos no. Debo hacer algo y no sé qué es. Aun así lo intento, pero me advierten que de nada servirá. Lo sigo haciendo porque es mi deber. Todos insisten en que no pierda más mi tiempo, pero solo logran hacer que lo haga con mayor interés. Aparece alguien a quien debo darle un mensaje. Pero no puede saber quién soy yo. Me debo hacer pasar por otro y el mensaje debe ser cifrado. Así lo hago, mediante un juego que sólo yo comprendo. Es una mujer, cual diosa egipcia se sienta y ya casi ve el mensaje; pero una persona advierte a todos que viene una tormenta. Él es rubio, y dice que la tormenta vendrá por mar, traerá barcos llenos de guerreros y samuráis, pero no hay que temer. Por mi parte, un nuevo desastre me advierte que es hora de irme a otro lugar. Subo a un rascacielos, hasta el último piso. El edificio es tan grande que es toda una ciudad. Reconozco a mis hermanas, a mi mamá. Pero sigo sola. Es hora de tomar un baño, y desde el oeste veo a mi lora, no está en jaulas y puede volar, pero está tan sola y atrapada como yo. Se le acerca una guacamaya azul, amenazante, me hace creer que se atacaran pero intentan ser amigas. El edificio tambalea. Lo ignoro. Me voy a la sala a buscar a mi hermana, quien está, pero me ignora ella a mí. Me voy al oeste y encuentro a mi mamá. Hay un altar de aguas y piedras, ella me asegura que ha estado allí durante meses aunque para mi sea nuevo. Sigue tambaleando. La punta del edificio tiembla y se balancea más que el mismo viento. Busco a Sandra, la saco arrastrada y la obligo a escapar conmigo. En el ascensor grito a mi mamá y hermana para que se apuren. Ya no hay tiempo. El ascensor comienza a irse, pero yo sigo insistiéndoles, esperándolas, porque sé lo que va a pasar. Un vigilante intenta detenerme, pero nunca podrá. No lo permitiré. Y finalmente nos vamos. En el ascensor todo cambia. Cambia de rumbo, cambia de dirección, y hasta cambia de idioma. Tiembla cada vez más fuerte, de un lado a otro, de arriba abajo. Yo lo obligo a bajar, el vigilante me sigue. Yo soy la responsable, yo manejo el ascensor. Ya casi llegamos, pero el temblor es tan grande que atasca al ascensor. La ciudad rascacielos grita, tiene miedo, pierde el control. Yo lo sabia pero nadie me creyó. Ya todo está obscuro, para muchos el destino ya esta sellado. Pero yo siempre encuentro la salida. Y aunque me muestren la sangre y el temor de mis animales, no me asustarán. YO sigo. Sé que ya llegó el momento de abrir los ojos y olvidar, para seguir como si nada me hubieran hecho. Abro los ojos y aunque veo el amanecer y todos me conocen, se que esta noche será igual.